Bosques que se incendian – Wong

Bosques que se incendian – Wong

Last Updated on: 3rd octubre 2023, 02:28 am

En 2015 publiqué mi primera novela, París D.F. A la distancia, me parece que dicho libro fue producto de una pulsión juvenil, una mezcla de hartazgo con un sentimiento cercano a la desesperanza. Esa energía se extinguió con el tiempo: tuvieron que pasar ocho años para publicar una nueva novela. ¿Por qué? Parte de la respuesta reside en la energía volcada en los que me llevaron a vivir a San Francisco, Barcelona y Dubai, viendo lo que otros ven y viviendo lo que otros viven.

Al escribir estas líneas, sin embargo, tengo la sospecha de que quizás perdí algo en el camino, parte del ímpetu o hartazgo que me llevaron a escribir rabiosamente esa primera novela.

Entonces sucedió la pandemia.

Estaba en Dubai, con un estatus migratorio incierto y sin departamento —esperaba un visado para volver a Barcelona. Mi arrendamiento había vencido y tuve que irme a vivir a un hotel del que no podía salir salvo cada tercer día. Fue ahí que comencé a escribir “Bosques que se incendian”. En realidad, la escritura se apalancó en un cuento intitulado “Hotel Hilbert” que había escrito en 2014. El archivo original consta de veinticinco páginas y comienza con el siguiente párrafo:

El sonido del vapor saliendo de los frenos se perdió entre las voces de los pasajeros que descendían al andén. Agotado, tomé mi maleta y bajé para averiguar si seguiría en la misma ruta o tendría que hacer un transbordo.

El texto final no se desvía demasiado de aquella primera versión: un hombre, cansado y sin recuerdos, llega a un destino incierto. Todo lo que ha dejado atrás comienza a surgir de entre la bruma, revelando un misterio. El presente, por el otro lado, es confuso y ajeno.

No es difícil establecer una línea entre ese momento de mi experiencia vital y el texto. Claro, todo muy bien pero, ¿de qué trata en realidad “Bosques que se incendian”?

Cuatro personajes se encuentran varados en el Hotel Hilbert, un extraño lugar donde los huéspedes cambian de habitación cada vez que llega un nuevo cliente. Conforme pasan las noches, sus encuentros los confrontan con lo que fueron y, también, con lo que decidieron dejar de ser. Bosques que se incendian esun relato sobre la violencia de la memoria y los mecanismos de supervivencia en torno al olvido. Una obra onírica, de pasajes inquietantes, donde el absurdo y el misterio van de la mano.

A grandes rasgos, la novela es una exploración sobre la memoria —en principio me interesaba escribir un libro sobre el tema sin tener que recurrir a ella. El antecedente inmediato fue una carta de Rilke:

Y si usted estuviera encerrado en una prisión, y sus muros no dejaran llegar a sus sentidos ningún rumor venido de fuera, ¿no seguiría teniendo su infancia, esa riqueza deliciosa y regia, ese lugar mágico de los recuerdos? Dirija hacia allí su atención. Intente desenterrar las sensaciones sumergidas de ese pasado lejano; su personalidad se fortalecerá, su soledad se hará más grande hasta convertirse en una estancia en penumbra donde el estrépito de los otros pasará de largo, a lo lejos.

La afirmación de Rilke me pareció sospechosa: ¿qué pasa cuando tienes una infancia atroz, llena de violencia? En ese contexto, ¿es posible descender a ese lugar mágico? ¿Es posible desenterrar, incluso en la más triste de las soledades, los tesoros ocultos de los que habla Rilke?

Lo dudo. A partir de ese momento quise volcarme en la cara opuesta de lo que entendemos por la memoria, esto es, la imaginación, el mito, la culpa y una serie implacable de nostalgias y arrepentimientos. El Hotel Hilbert (infinito, como la memoria, y el lugar donde sucede la novela) resultó el espacio idóneo para contar esta historia —no se me escapa la conexión con el hotel en el que me encontraba encerrado en aquel momento: cada mañana recorría las escaleras, veinte pisos de arriba abajo, en un intento por no volverme loco.

Hay, además, un guiño a La Torre y el Jardín, libro de Alberto Chimal que fue muy importante en su momento para mí.

El hotel se fue expandiendo hasta su forma actual y se mezcló con otros tópicos (la estación de trenes, con ecos a Arreola; un bosque en una noche de tormenta, antípoda de un mar descrito por Silvina Ocampo) como metáfora de un espacio amenazante e inabarcable.

Sucedió, muy a mi pesar, que el texto comenzó a convertirse en un artificio (fue Eduardo Ruiz Sosa quien me hizo darme cuenta de mi error, y a quien le agradezco su lectura y honestidad en aquel momento). La única solución que encontré fue volcarme en el texto por completo. Así, “Bosques que se incendian” pasó de ser una exploración de la memoria, a convertirse en una indagación sobre el arrepentimiento y la culpa —en este momento di con el epígrafe de T.S. EliotI've been born, and once is enough. / You don't remember, but I remember.

—¿Cuándo volvieron?

—Hace menos de una hora. Es como si un espejo se resquebrajara y uno quedara frente a su propio rostro desfigurado.

—No importa. Ya no importa.

—Claro que importa: uno debiera poder olvidar que ha sido un monstruo.

—¿Qué quiere decir?

Observé mis manos. Pese a la mala iluminación, me pareció que seguían llenas de sangre.

—Si no somos quienes creíamos ser, ¿quiénes somos en realidad?

Dice Yūko Tsushima que quizás la memoria no sea otra cosa que mirar las cosas hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Cuando me di cuenta de esto, no tuve otra opción más que bajar hacia ese destino inconmensurable.

Desconozco qué tan profundo bajé, ni si fracasé en el descenso.

Pero el libro está ahí, listo para encontrar a sus lectores.

Wong

Wong

Escritor. Autor de la novela "Paris, D.F." (Premios Dos Passos a Primera Novela) y la colección de relatos "Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción" (Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2017). En 2023 publicó su segunda novela, "Bosques que se incendia", y el libro de cuentos "Lotería Mexicana".

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

%d