Yo soy el monstruo que os habla – Paul Preciado

Yo soy el monstruo que os habla – Paul Preciado

Last Updated on: 24th septiembre 2023, 06:11 pm

“La idea según la cual una persona transexual debe ser heterosexual y la insistente y morbosa pregunta ¿trans operado o trans no-operado? que algunos de ustedes deben de hacerse mientras me escuchan proceden de ese marco psicopatológico. Déjenme sacarles de dudas: estoy operado, me he extirpado con mucho cuidado y en largas sesiones políticas, prácticas y teóricas el dispositivo epistémico que diagnostica mi cuerpo y mis prácticas como patológicas. Y ustedes, ¿están operados?”

Paul Preciado

La conferencia que Paul Preciado dictó para las jornadas internacionales de l'École de la Cause freudienne en París (2019) comienza con la siguiente declaración: «me dirijo hoy a ustedes desde la jaula del “hombre trans”. Yo, cuerpo marcado por el discurso médico y legal como «transexual», caracterizado en la mayoría de sus diagnósticos psicoanalíticos como un «enfermo mental» en mayor o menor grado, como un «disfórico de género», o estando, según sus sofisticadas y dañinas teorías, más allá de la neurosis, al borde o incluso dentro de la psicosis, habiendo sido incapaz, según ustedes, de resolver correctamente un complejo de Edipo o una envidia del pene. Pues bien, es desde esa posición de enfermo mental en la que ustedes me colocan desde donde me dirijo a ustedes».

Para hacer más accesible su punto, Preciado recurre a una historia de Franz Kafka de 1917, Informe para una Academia.

El narrador del texto es un simio que después de haber aprendido el lenguaje de los humanos se dirige a una academia de altas autoridades científicas para explicarles lo que el devenir humano ha supuesto para él. El simio, que dice llamarse Pedro el Rojo, cuenta cómo fue capturado por una expedición de caza organizada en la Costa de Oro por el circo Hagenbeck, cómo fue alcanzado por dos balas, cómo fue después trasladado hasta Europa en un barco, traído a un circo de animales e instruido hasta convertirse en un hombre. El híbrido de mono y de hombre narra cómo para poder aprender el lenguaje humano y entrar en la sociedad de la Europa de su tiempo se vio forzado a olvidar su de simio hasta convertirse en un hombre alcohólico. Dejaré de lado aquí el alcoholismo y la extraordinaria intuición de Kafka según la cual no es posible humanizarse sin alcohol. Lo más interesante del monólogo de Pedro el Rojo es que Kafka no presenta su historia de humanización como un relato de liberación, sino más bien como una crítica del humanismo europeo. Una vez capturado, el simio no tenía más opción que morir dentro de una jaula o vivir dentro de la jaula de la subjetividad humana. Y es desde esta nueva jaula de lo humano desde la que se dirige a la academia de científicos. Pues bien, académicos del psicoanálisis, como el simio Pedro el Rojo se dirigía a los científicos, yo me dirijo hoy a ustedes desde la jaula del «hombre trans». Yo, cuerpo marcado por el discurso médico y legal como «transexual», caracterizado en la mayoría de sus diagnósticos psicoanalíticos como un «enfermo mental» en mayor o menor grado, como un «disfórico de género», o estando, según sus sofisticadas y dañinas teorías, más allá de la neurosis, al borde o incluso dentro de la psico-sis, habiendo sido incapaz, según ustedes, de resolver correctamente un complejo de Edipo o una envidia del pene. Pues bien, es desde esa posición de enfermo mental en la que ustedes me colocan desde donde me dirijo a ustedes.

Lo que Preciado hace a partir de ese momento es dinamitar las creencias en torno a la diferencia sexual —primero, a partir de un relato personal, el de su disidencia («¿Por qué no podía ser el abandono de la feminidad una de las estrategias fundamentales del feminismo?») y, posteriormente, a partir de la antitesis de nuestras presunciones biológicas y psicológicas en torno al género y la sexualidad («el régimen de la diferencia sexual que ustedes consideran universal y constituyente, sobre el que reposa y se articula toda la teoría psicoanalítica, no es una realidad empírica, ni un orden simbólico que subyace a la estructura del inconsciente; es solo una epistemología del ser vivo, una cartografía anatómica, una economía política del cuerpo y una gestión colectiva de las energías deseantes y reproductivas, una epistemología históricamente situada que se forja junto con la taxonomía racial en el momento de expansión mercantil y colonial de Europa y que cristaliza durante la segunda mitad del siglo XIX», pág 59).

Pronto me di cuenta de que ante mí se abrían dos posibilidades: el ritual farmacológico y psiquiátrico de la transexualidad domesticada, y con él el anonimato de la masculinidad normal, o, bien, contra ambos, el show de la escritura política. No lo dudé. La masculinidad naturalizada y normal no era más que una nueva jaula. Quien allí entra no vuelve a salir. Y elegí, estimados señores y señoras. Me dije: habla, no te calles. Y es así como hice de mi cuerpo y de mi mente, de mi supuesta monstruosidad, de mi deseo y de mi transición un espectáculo público: allí estaba de nuevo la salida. Y volví a escapar, también de mis domesticadores médicos, que se parecían mucho a ustedes, queridos académicos del psicoanálisis. Digamos que no tenía otra opción, siempre asumiendo que no se trataba de elegir la libertad, sino de fabricarla.

Un libro importante y necesario que nos deja una pregunta fundamental: «¿Y si las diferencias genitales no fueran el criterio de aceptación de un cuerpo humano en una colectividad social y política?».

Esto es la complejidad y el desafío de la experiencia trans, nos dice Preciado.

Otras

  • “Más les valdría haber organizado un encuentro sobre «hombres heterosexuales blancos y burgueses en el psicoanálisis», puesto que la mavoría de los discursos psicoanalíticos giran en torno al poder discursivo y político de ese tipo de animales necropolíticos masculinos que ustedes tienen tendencia a confundir con el «humano universal» y que han sido, al menos hasta ahora, el sujeto de enunciación central de los lenguajes y de las instituciones psicoanalíticas de la modernidad colonial.” Pág 20
  • “como en el circo del régimen binario heteropatriarcal a las mujeres les corresponde el papel de la bella y de la víctima y yo no era ni me sentía capaz de ser ninguna de las dos cosas, dejé de ser una mujer. ¿Por qué no podía ser el abandono de la feminidad una de las estrategias fundamentales del feminismo?” Pág 27
  • “Los poderosos no dejan de prometer la libertad, pero cómo podrían ellos dar a los subalternos algo que ni ellos mismos han cono-cido. Tan atado está el que ata como aquel sobre el que se trenzan las cuerdas. Y eso vale también para ustedes, amigos psicoanalistas, los grandes expertos en desatar y sobre todo en reatar el inconsciente, los grandes vendedores de promesas de salud y de libertad. Nadie puede dar lo que no tiene ni lo que nunca ha conocido.” Pág 29
  • “La libertad de género y sexual no puede ser una distribución más justa de la violencia, ni una aceptación más pop de la opresión. La libertad es una salida, un túnel. La libertad, como ese nuevo nombre por el que ahora me conocen, o este nuevo rostro vagamente hirsuto que ven ante ustedes, no te la da nadie, se fabrica.” Pág 30
  • “Hasta que me di cuenta de que esa suciedad y esa pestilencia correspondían a una forma de relación estrictamente homosocial: los hombres habían creado un círculo fétido para ahuyentar de él a las supuestas mujeres y dentro de ese círculo, en secreto, eran libres de mirarse los genitales, libres de tocarse, libres de bañarse en sus propios fluidos, fuera de toda representación heterosexual. Mientras las mujeres entraban en los baños para rehacer su mascarada heterosexual, los hombres iban allí para olvidarse de su heterosexualidad por un momento y afirmar un escondido goce de estar solos, sin esos extraños alter egos que eran las mujeres y de los que se acompañaban después socialmente para ejercer una función reproductiva y heteroconsensual.” Pág 37
  • “Todos tenemos identidad. O, mejor dicho, nadie tiene identidad. Todos ocupamos un lugar distinto en una red compleja de relaciones de poder. Estar marcado con una identidad significa simplemente no tener el poder de nombrar como universal tu propia posición identitaria”. Pág 39
  • “La primera ley que di por válida durante todo mi proceso de transición fue abolir el terror a no ser normal que había sido sembrado en mi corazón infantil. Ese terror es el que es necesario detectar, aislar y extraer de la memoria para poder encontrar una salida. La segunda ley que me di, casi más difícil de seguir, fue negarme a mí mismo toda simplifi-cación. Dejar de suponer, como suponen uste-des, que sé lo que es un hombre y una mujer, o un homosexual y un heterosexual. Dejar de suponer y empezar a experimentar” Pág 41
  • “Las huellas que la vida pasada dejó en mi memoria se han hecho cada vez más complejas y singulares, de modo que es imposible decir que hasta hace seis años fui simplemente una mujer y que después me convertí simplemente en un hombre. Prefiero mi nueva condición de mons-trio a las de mujer u hombre, porque esa condición es como un pie que avanza en el vacío y señala el camino a otro mundo. No hablo aquí del cuerpo vivo como de un objeto anatómico, sino como lo que denomino «somateca», un archivo político viviente. Del mismo modo que Freud consideró que el aparato psíquico excedía la conciencia, hoy es necesario articular una nueva noción de aparato somático para dar cabida a las modalidades tanto históricas como externalizadas del cuerpo, aquellas que existen mediadas por las tecnologías digitales o farmacológicas, bioquímicas o prostéticas. La somateca está mutando. El monstruo es aquel que vive en transición. Aquel cuyo rostro, cuyo cuerpo, cuyas prácticas y lenguajes no pueden todavía ser considerados como verdaderos en un régimen de saber y poder determinado”. Pág 45
  • “El cuerpo trans es con respecto a la heterosexualidad normativa lo que los campos de refugiados de la isla de Lesbos son hoy con respecto a Europa: una frontera cuya extensión y forma se perpetúan por medio de la violencia. Un lugar de control y muerte. Cortar aquí, pegar allá, sacar esos órganos, reemplazarlos por otros” Pág 46
  • “Existe el paisaje erótico de un cuerpo. Pero no hay órganos sexuales sino como enclaves coloniales de poder.” Pág 48
  • “En medio de esta guerra patriarco-colonial, la transición de género es una antigenealogía. Se trata de activar los genes cuya expresión había quedado cancelada por la presencia del estrógeno al conectarlos ahora con la testosterona, iniciando una evolución paralela de mi propia vida, desatando la expresión de un fenotipo que de otro modo hubiera quedado mudo. Ser trans es aceptar la irrupción triunfal de otro futuro en todas las células de mi cuerpo. Hacer una transición es entender que los códigos de la masculinidad y de la feminidad que conocemos en nuestras sociedades modernas son anecdóticos comparados con la infinita variación de las modalidades de existencia de la vida”. Pág 49
  • “La medicina y la ley del binarismo de género representan el proceso de transexualidad como un camino angosto y peligroso, una mutación definitiva e irreversible, que solo es posible hacer en condiciones extremas, de modo que solo unos pocos, los menos posibles, sean capaces de emprender ese camino. Yo diría, sin embargo, que ese camino es más fácil y gozoso que la mayoría de las experiencias que el discurso dominante les propone a ustedes. (…) Todo lo que de terrible y temible hay en la transexualidad no se encuentra en el proceso mismo de la mutación, sino en cómo las fronteras de género castigan y amenazan de muerte a aquel que pretende cruzarlas. No es la transexualidad lo que es temible y peligroso, sino el régimen de la diferencia sexual.” Pág 52-53
  • “En primer lugar, quiero decirles que el régimen de la diferencia sexual con el que trabaja el psicoanálisis no es ni una naturaleza ni un orden simbólico, sino una epistemología política del cuerpo, y que, como tal, es histórica y cambiante. En segundo lugar, quiero comunicarles que esa epistemología binaria y jerarquizante entró en crisis al menos a partir de los años cuarenta del pasado siglo, no solo por la contestación de los movimientos políticos de minorías disidentes, sino también por la aparición de nuevos datos científicos, revelados por los análisis de la morfología, de la carta cromosómica y endocrinológica, que hacen imposible la asignación binaria. En tercer lugar, les diré que, como consecuencia de estos cambios, la epistemología de la diferencia sexual está mutando y va a dejar paso, probablemente en los próximos diez o veinte años, a una nueva epistemología. Los movimientos transfeministas y queer de denuncia de la violencia, pero también las nuevas prácticas de filiación, de relación, de identificación, de deseo, de sexualidad, de nominación… son índices de esta mutación” pág 58
  • “Cuando hablo del régimen de la diferencia sexual como de una epistemología me refiero a un sistema histórico de representación, a un conjunto de discursos, de instituciones, de convenciones y de acuerdos culturales (ya sean simbólicos, religiosos, científicos, técnicos o co-merciales) que permiten decidir a una sociedad determinada aquello que es verdadero y distinguirlo de lo falso. Una epistemología determina un orden de lo visible y lo invisible, por tanto una ontología y un orden de lo político; es decir, determina la diferencia entre lo que existe y lo que no existe, y establece una jerarquía entre seres diversos, determina un modo específico de experimentar la realidad a través del lengua-je, un conjunto de instituciones que regulan los rituales de la producción y de la reproducción social.” Pág 60
  • “No me digan que la institución psicoanalítica no consideraba la homosexualidad como una desviación frente a la norma: ¿cómo explicar de otro modo que hasta muy recientemente no haya podido haber psicoanalistas que se identifiquen públicamente como homosexuales? ¿Cómo explicar que esa identificación esté vetada? ¿Cuántos de ustedes se definen hoy, aquí mismo, en esta academia, de manera pública como psicoanalistas homosexuales?” Pág 69
  • “La transición de género y la afirmación de un género no-binario no solo ponen en crisis las nociones normativas de masculinidad y feminidad, sino también las categorías de heterosexualidad y homosexualidad con las que trabajan el psicoanálisis normativo y la psico-logía. Cuando se rechaza el diagnóstico de disforia de género, cuando se afirma la posibilidad de una vida social y sexual fuera del binario de la diferencia sexual, las identificaciones de la homosexualidad y la heterosexualidad, de la actividad y la pasividad sexual, de lo penetrante y lo penetrado, se vuelven también obsoletas.” Pág 95

 

Wong

Wong

Escritor. Autor de la novela "Paris, D.F." (Premios Dos Passos a Primera Novela) y la colección de relatos "Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción" (Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2017). En 2023 publicó su segunda novela, "Bosques que se incendia", y el libro de cuentos "Lotería Mexicana".

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