Sueño – Haruki Murakami

Sueño – Haruki Murakami

Last Updated on: 21st diciembre 2017, 04:13 pm

sueño murakami

He pensado varias veces que no dormir sería una especie de solución. ¿Solución a qué? A la falta de tiempo, a la imposibilidad de abarcar todos los proyectos. Morir es darse cuenta que uno, en realidad, no ha vivido, que todo se ha ido como en un largo sueño. Esta es la tesis que Murakami explora en el relato “Sueño“, historia que narra la vida de una mujer japonesa que un día se da cuenta que no puede dormir. No es insomnio, mismo que sufrió en algún momento de su juventud y que sabe reconocer bien. No. Es otra cosa. Un milagro o una maldición. Una noche un hombre se le aparece y le empapa los pies con un líquido desconocido:

En cuanto fijé la mirada, la sombra, deprisa, como si fuera incapaz de esperar un instante más, empezó a tomar una forma clara. Sus contornos quedaron definidos, su interior se materializó, se perfilaron los detalles. Era un anciano enjuto que vestía unas ropas ceñidas de color negro. Tenía el pelo gris y corto, la cara afilada. El anciano permanecía de pie, inmóvil, a los pies de la cama. Sin pronunciar palabra, mantenía su mirada penetrante clavada en mí. Sus ojos eran enormes, incluso se distinguían con claridad las venas rojas que los surcaban. Pero su rostro carecía de expresión. No intentó decirme nada. Estaba vacío como un agujero.

A partir de ese momento la protagonista aborda los absurdos que componen su vida, una rutina mecánica y sin sorpresas. Una membrana de extrañeza empapa todo. Su marido. Su hijo. Su pasada juventud.

–No sé… Supongo que tienes toda esa clientela por lo guapo que eres –le digo. Es la broma de siempre. Comento esto porque no es nada guapo. De hecho, mi marido tiene una cara extraña. Aún ahora lo pienso a veces. “¿Por qué me habré casado con un hombre que tiene una cara tan rara habiendo tenido novios más guapos?”. ¿Y por qué es extraña su cara? Soy incapaz de expresarlo con palabras.

La protagonista rara vez tiene las palabras exactas para explicar lo que sucede. Lo que sí tiene son preguntas, preguntas que hacen eco y que a momentos parecen hablarnos a todos sobre esa cruel cotidianidad. ¿Qué significan los días? Es terrible darse cuenta que nos hemos acostumbrado a las rutinas. No. Que las anhelamos.

A las ocho y cuarto de la mañana, sube al Nissan Bluebird y sale del garaje. Nuestro hijo va sentado a su lado. La escuela del niño está de camino al consultorio. Yo le digo: “Ten cuidado”. Y él me dice: “Tranquila”. Siempre repetimos ese guión. Pero yo no puedo evitar pronunciar las palabras “Ten cuidado”. Y él no puede evitar responder “Tranquila”. Introduce en el estéreo del coche una cinta de Haydn o Mozart y, mientras tararea la melodía, pone el motor en marcha. Y los dos se van agitando la mano. Es chocante lo mucho que se parecen sus maneras de agitar la mano. Los dos inclinan en el mismo ángulo la cabeza, vuelven hacia mí las palmas de sus manos de idéntica forma y efectúan pequeñas oscilaciones de izquierda a derecha. Como si siguieran una coreografía perfecta.

Simples inercias, reiteraciones, confiesa más adelante la protagonista. No dormir, así, se convierte en una especie de solución. Surgen apetitos que parecen acercarse a las pasiones. Uno de ellos es su pasada afición por la lectura. Anna Karénina es el primer libro que relee en esta etapa, y cuya historia funciona como un espejo: ambas mujeres despiertan a una nueva vida. En la protagonista de Murakami, sin embargo, hay una pasión contenida que parece querer brotar a cualquier instante, visible en los recorridos nocturnos que la hacen visitar lugares desiertos y donde los recuerdos regresan y parecen reclamar por qué la vida es tan distinta a lo que las posibilidades les brindaron en algún momento.

Siento cómo los recuerdos de antes de que dejara de poder dormir van alejándose con gran celeridad. Es una sensación muy extraña. Parece que el yo que dormía todos los días cuando llegaba la noche no fuese mi yo verdadero y que los recuerdos de aquella época no fueran tampoco mis verdaderos recuerdos. Me digo a mí misma que es así como las personas cambian. Pero estos cambios nadie los conoce. Nadie se da cuenta. Solo yo. Aunque se lo explicara a alguien, nadie lo entendería.

Murakami ofrece un final abierto, aunque antes ha dado una premonición del desenlace. Con gran oficio, ata los hilos que componen la historia para ofrecer un retrato del absurdo cotidiano. Dentro de este absurdo, la ruptura ofrece una posibilidad, pero el final parece confirmar una cruel lección: lo que siempre nos faltará es tiempo.

Vale la pena mencionar que Sueño ha sido publicado por Libros del Zorro Rojo, en una hermosa edición que incluye ilustraciones de Kat Menschik, ilustradora alemana de quien Murakami dijo: “las imágenes de Kat son de verdad diferentes y únicas. Es precisamente ese sentido de otredad el que como autor quiero evocar en mis lectores”.

murakami 1

murakami 2

murakami 3

Acá un video de la editorial con algunas de estas ilustraciones animadas.

Wong

Wong

Escritor. Autor de las novelas "Bosques que se incendian" (2023) y "Paris, D.F." (2015, Premio Dos Passos a Primera Novela), así como de la colección de relatos "Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción" (Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2017).

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde El Anaquel | Blog Literario

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo