Hiroshima mon amour, Hiroshima mon mort

Last Updated on: 27th febrero 2021, 01:21 pm
Pourquoi pas toi dans cette ville et dans cette nuit pareille aux autres au point de s'y méprendre?
Hiroshima mon amour se exhibió en 1959 y fue dirigida por Alain Resnais a partir de un guión de Marguerite Duras. En 1961 la película ganó el Oscar a mejor guión. El siguiente extracto es de la secuencia que abre la película:
Je te rencontre.
Je me souviens de toi.
Qui est tu?
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
Comment me serais je doutée que cette ville était faite à la taille de l'amour?
Comment me serais je doutée que tu étais fait à la taille de mon corps même?
Tu me plais. Quel événement. Tu me plais.
Quelle lenteur tout à coup.
Quelle douceur.
Tu ne peux pas savoir.
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
Tu me tues.
Tu me fais du bien.
J'ai le temps.
Je t'en prie.
Dévore-moi.
Déforme-moi jusqu'a la laideur.
Pourquoi pas toi?
Pourquoi pas toi dans cette ville et dans cette nuit pareille aux autres au point de s'y méprendre?
Je t'en prie…
Empujado por esta película y los libros de historia, en 2012 visité japón. La primera ciudad que vi fue Hiroshima. Una fecha parecía pintada por On Kawara como un estruendo cuando cerraba los ojos: 6 de agosto de 1945.
Una pared astillada por el impacto de piedras, vidrios y cualquier otro tipo de escombros. El impacto de un pequeño sol contra el concreto. ¿Contra la piel? Tan solo pensarlo es una broma de mal gusto. Todo el punto cero quedó incinerado. Cincuenta por ciento de los daños fueron por la onda de choque, otro 35% fue el calor. La radiación fue el 15% restante, aunque sin duda, el más severo:
La sombra de un hombre quedó estampada en el concreto, en uno de los edificios que quedó en pie. Las notas dicen que la bomba nuclear en Hiroshima mató al instante a 120 mil personas. Además, hubo más de 360 mil heridos, muchos de ellos con secuelas terribles por los efectos de la radiación.
Entre las muchas historias de ese momento está la de Sadako Sasaki. Tenía dos años cuando la bomba explotó. Sobrevivió sin aparente daño. A la edad de 12 años, sin embargo, durante el otoño de su sexto año de primaria, a Sadako se le diagnosticó leucemia. La leyenda dice que si uno tiene la dedicación necesaria para doblar mil aves de papel, un dios te concederá un deseo. Sadako probó su suerte: para fines de agosto ya había sobrepasado los mil origamis, pero su plegaria llegó a oídos de un dios sordo.
Ese mismo otoño se dijo en Hiroshima: “por setenta y cinco años nada crecerá aquí”. Pero creció. De entre el verdor que nació de las ruinas calcinadas, la gente recuperó sus esperanzas y coraje.
La ciudad no desea que se le olvide. Cada año, el alcalde de Hiroshima envía cartas a todo gobierno que tenga armas nucleares.
8:15 am, Agosto 6, 1945. Nuestro pueblo fue reducido a cenizas por una sola bomba atómica. […] “Me subí a un camión con el equipo de defensa civil a ir a recoger cuerpos. Era sólo un niño, así que me pidieron levantar un cuerpo por uno de los tobillos. Lo hice, pero la piel se desgarraba entre mis dedos. No pude sostenerlo. Me sobrepuse y volví a intentarlo, apretando fuerte con mis dedos, mientras la piel se deshacía entre ellos. El hedor era terrible. Alcancé el hueso y a la de tres echamos el cuerpo en el camión.” Sobreponiéndose a la rabia y el odio [la gente de Hiroshima] reveló la inhumana atrocidad de las bombas atómicas y trabaja sin descanso para abolirlas. Queremos que el mundo conozca sus desgracias, sus penas, su dolor.
Somos, grita Hiroshima, el recuerdo de nuestras atrocidades. Y en medio de este dolor, del recuerdo de los cuerpos calcinados, de los niños pidiendo un trago de agua justo antes de desvanecerse, en medio de ceniza y piel licuada, bajo la sombra de un sol que miro a 120 mil personas a los ojos, Duras escribe: “Comment me serais je doutée que cette ville était faite à la taille de l'amour?“. Y así también lo es.