Lunares & Poemas sobre mi normalidad – Begoña Ugalde

Last Updated on: 15th enero 2019, 10:46 am
Siempre me he contenido al comentar libros de poesía, tal vez porque creo que, en realidad, puedo decir poco —soy incapaz de comentar el ritmo, las imágenes, el lenguaje del poeta. Mi aproximación, en todo caso, es la siguiente: el poema convoca una emoción o no lo hace. En éste caso, la poesía de Begoña triunfa: es extrañamente familiar, se aleja de los monumentalismos para regresarnos a momentos reconocibles, lugares y escenas que se han perdido. Los dos poemarios llegan de distintos momentos: Lunares, me parece, viene de un ocaso y el consecuente intento de reconstrucción (o un ciclo, si seguimos la metáfora celeste de la portada). Como las marcas en el cuerpo, los versos exigen reconocimiento. Begoña, por ejemplo, escribe:
mis lunares
son la piel de quienes fui
y de otra que descubre
paraísos breves
antes que amanezca.
El poema, así, se desdobla como un espejo: reconocemos en ellos quiénes fuimos pero, también, la belleza de descubrir al otro bajo la perspectiva del recuerdo.
Poemas sobre mi normalidad, por su parte, nos deja ver cómo la poesía se entreteje con la cotidianeidad de la familia, el amor o las tareas domésticas. El poema, así, es un sitio para la belleza olvidada en la trama diaria:
salgo a recoger la ropa que ha estado al sol
y oigo que la hija de mi vecina modula
palabras que inventa en el momento
se deleita con los sonidos que salen de su boca
las vocales se estiran como queso derretido
aparecen sílabas nuevas, el abecedario
es para ella un rompecabezas incompleto
porque la niña no ha olvidado toda esa música
que aún circula por el aire que respiramos
y en cambio yo no sé qué hacer con tanto silencio
me quedo parada en la mitad del patio
sujeto a un cerro de ropa en mis brazos
como si se tratara de una mascota herida
e intento poner atención al eco de la montaña
que se hace uno junto al canto de la niña
y el viento que anuncia otra lluvia ácida
y el aleteo de los pájaros que vuelan haciendo círculos
para refugiarse en el incendio del atardecer
“El misterio de ciertos instantes”, dice Flavia Company en el prólogo de este poemario. Un misterio en el que participamos todos.
Gracias Roberto! Acabo de ver esto ;)